Michel Gondry
El 2009: películas que quedaron de él en mí (III): sé amable y rebobina con nostalgia
Fue anunciada como Rebobinados y estrenada como Amor de locuras. Después, cuando finalmente la vi en el cine, su título original Be Kind Rewind (Gondry, 2008) me recordó a una ya casi perdida petición noventosa que hacían las tiendas de video de devolver las cintas de VHS rebobinadas. Este estallido espontáneo de la memoria fue extendiéndose a lo largo de toda la película, a veces con nostalgia, otras con ternura y unas más con extrañeza, por ser esta una celebración de nuestra manera de recordar las películas y no solamente de verlas. Cada película vista, cada clásico conocido, es una manera distinta de ver, de asumir y de reunir la cultura, como la escena final en la que la película dirigida por Jerry y Mike es proyectada en todo el vecindario. Entre chistes y espontaneidad, la película es una oda a la tradición del cine. Más allá del VHS o del DVD, incluso por encima de los derechos de autor, sí, la franqueza de esta historia apunta hacia el deseo de registrar la realidad y a jugar con ella con un material que se le asemeje lo más posible, como el celuloide y como la historia que hay tras cada vecindario -y de este en particular. Rehacer los clásicos perdidos y las películas de culto no es copiarlas, sino reinventarlas a la manera que reinventamos con el día a día de la experiencia citadina cuando echamos cuentos o cuando recordamos. A fin de cuentas, el interés de la película está en desentrañar el vínculo que hay entre los espectadores y los filmes borrados por error y no únicamente en las películas en sí. Así, Gondry nos devuelve, con nostalgia y algo de esquizofrenia, a una época y una tecnología perdidas, pero descubriendo la posibilidad del cine detrás de todo ello.
¿Qué ha quedado de ella en mí desde que la vi?: Esta frase “Por favor, rebobine” o “Sea amable y rebobine”, evocadoras tanto de lo obsoleto de la tecnología que queda atrás como de lo que es el recuerdo.
Algo “ajeno” a la película por lo que también la recuerdo: Que fuese estrenada en cartelera. Con retraso, sí, y casi por debajo, también, pero llegó. No me lo esperaba ya que La Ciencia del Sueño nunca apareció por aquí en Venezuela.
Alguna actuación que quedara: El elenco en general trabaja muy ameno. Mos Def y Jack Black equilibran histeria y comedimiento con buena química. Danny Glover y Mia Farrow, taimados pero seguros, soportan las locuras de ellos con ternura e inocencia.
Críticas de Eterno Resplandor de una Mente Sin Recuerdos
“Una deconstrucción única del deseo innato del hombre por apartar la pena y el dolor” (Nick Schager)
“Adentrarse en un cine con Charlie Kaufman en la pantalla es como ofrecerse voluntariamente a ese viaje alocado que tomó Willy Wonka a través del túnel de la fábrica de chocolate” (Rob Gonsalves)
“Hollywood, en su mayoría, nos dice que tenemos todo lo que necesitamos dentro de nosotros. Esta película apunta que necesitamos del otro, incluso… cuando estar juntos interrumpa la felicidad” (Jeffrey Overstreet)
“Hace maravilla tras maravilla expresando la belleza apabullante y el horror existencial de estar atrapado dentro de la mente enrollada de uno mismo, y transformando en alegoría la amnesia propia de quien tiene un corazón roto, pero esperanzado” (Jessica Winter)
“… aliada con la idea Nitzscheana de que estamos condenados a ser nosotros mismos, que la ‘eterna recurrencia de lo mismo’ arrastra un golpe gravitacional en nuestro corazón” (Philip Martin)
“Suerte de historia de amor existencial al revés… un rayo blanco y caliente de extravagancia emocional” (Brent Simon)
“Hay poco encanto entre la pareja y casi ningún erotismo, sólo una serie de choques en conversaciones que pueden desquiciar a cualquiera” (Andrew Sarris)
“Una especie rara entre las historias de amor, una reflexión melancólica tanto de la cabeza como del corazón” ((Matt Brunson)
“La película perfecta sobre las inevitables imperfecciones del amor” (Ann Hornaday)
“Una de las películas más realistas en torno a la impresión impredecible que tienen nuestras experiencias sobre la idea que tenemos de nosotros mismos” (Loey Lockerby)
“Aunque salte a través de los aros desorientadores de la historia, Eterno Resplandor tiene un núcleo emocional que la hace funcionar” (Roger Ebert)
“Es como si Salvador Dalí se fuese a la cama con un ardor de estómago, se despierta a medianoche para diseñar un juego de computadora y luego tratara de borrarlo todo a la mañana siguiente” (Donald Munro)
“Finalmente, Kaufman permite que sus personajes vean más allá de la niebla de su narcisismo y de su solipsismo y se atrevan a tener esperanzas y a comprometerse con otros” (Steven Greydanus)
“El encanto y sutil sufrimiento de Sunshine es ver cómo revela secretos y pequeñas verdades sobre el amor” (Jeffrey Bruner)
“Carrey y Winslet tienen una química clara, sus escenas de reconciliación se desenvuelven con tierna credibilidad y sus problemas evolucionan con una inevitabilidad conmovedora” (William Arnold)
“De lo que carece es aquello sobre lo que, en apariencia, trata la película: el corazón que tantas veces nos hace enamorarnos de la gente equivocada en el momento equivocado” (Terry Lawson)
"Todos tienen que aprender alguna vez"- Semana III.
Estuve buscando algunas críticas de la película, no especializadas, sino de espectadores como nosotros y como ustedes. Me llama la atención que unas cuantas de las críticas encontradas señalen que la película sea más un ejercicio reflexivo que emocional. De entrada, estoy en desacuerdo, aunque sus razonamientos no son descabellados:
“(…) la temporalidad fragmentada del relato y la inicialmente débil exposición de los protagonistas –funcionales a los cuestionamientos sobre los recuerdos y las emociones y al surrealismo formal del film– son apuestas fuertes desde el guión y la realización pero nos privan a veces de unos personajes y una relación más y mejor desarrollados. Al ingenio conceptual se opone entonces la falta de climas y desarrollos que respiren verdad, y esta falta duele aun más porque Gondry revela (ya lo hizo en toda su producción de videoclips) gran capacidad para construir climas y emociones en algunas de las escenas de la película (la breve escena anaranjada debajo de las sábanas, la conversación entre estantes de librería al final del film). Estos climas –lamentablemente– no se integran ni potencian en un todo; se pierden muchas veces en cambio en un torbellino de breves fragmentos de virtuosismo formal. Los personajes funcionan como ideas, sí, pero no como personajes: las actuaciones de Carrey y Kate Winslet (a cargo de Clementine Kruczynski, la-chica-olvidada en cuestión) están todo lo bien que pueden estar partiendo de personajes a los que (especialmente en el caso de Barish-Carrey) se les otorgó poca atención y –por consiguiente– escaso espesor dramático. Lo mismo ocurre con la poco feliz subtrama que une a Kirsten Dunst (Mary) con Tom Wilkinson (Dr. Howard Mierzwiak) y desemboca en un final complaciente”. (Tomas Binder)
“Si alguna vez se han sentado sobre la arena a contemplar un mar sin límites que pregunta sobre la vida, el amor, la memoria y el olvido; si han bailado al compás de este universo, para luego en un anhelo desechar su ritmo, o si han entendido que el amor es lo único en sus días por lo que vale la pena haber vivido, entonces “Eterno Resplandor de una mente sin recuerdos”, es una cinta inevitable en su destino”. (cinenganos.com)
“Tal vez por esta característica Eterno resplandor… sea un film
intelectual antes que emocional. Esto no significa que genere indiferencia
(que levante la mano quien no se haya sentido identificado con la
desdicha de Joel). Tampoco significa que se trate de un discurso sentencioso
y, por lo tanto, tedioso. Simplemente estamos ante una propuesta que
privilegia el ejercicio reflexivo en detrimento de una compenetración
sentimental profunda”. (celuloide.com)
¿Cambia tu corazón?
"Recordar a una persona es, finalmente, olvidarla" o perderse en la biblioteca con alguien como Clementine
Eterno Resplandor de una Mente Sin Recuerdos (Gondry, 2004) es un trozo de memoria. Verla implica dejarse llevar por los vaivenes temporales que la historia de amor entre ellos dibuja y desdibuja, confundiendo los límites entre un recuerdo y otro. Recordar esta película es confundir por dónde comienza y adónde va, y maravillarse con su recorrido por el amor, las manías y las debilidades de estos personajes. Lo que ella provoca es una sensación de que amar no es recordar, sino más bien olvidar: por encima de esos objetos que atesoramos del ser amado y con los que se busca crear una imagen unívoca de la persona, está el lanzarse a compartir con ella cualquier momento, incluso el más humillante. Amar no es atesorar recuerdos de una persona, por mucho que con cada uno de los objetos que rodean la “relación” amorosa lanzamos un vínculo que nos acerca, engañosamente, a ella. Y la película no se plantea tampoco como una búsqueda obsesiva del amor. Como mucho, hace que Joel y Clementine asuman las manías de cada uno como otra dentro de las muchas impresiones que se hacen de la persona amada. Quién sabe si amar es olvidar esa única imagen que una persona intenta hacerse de la enamorada y asumir las diversas (infinitas, por qué no) imágenes que esa persona provoca y evoca en la otra.
Toda la película es una revisitación a la historia entre ellos dos; revisitación apresurada e impulsiva, como las decisiones de Joel y de Clementine al decidir borrarse, pero revisitación que también va desgajando imágenes genuinas, evocadoras y divertidas sobre el amor: volver a un recuerdo de la infancia para esconderse ahí, esconderse en la humillación y en la vergüenza (“Ojalá te hubiera conocido desde que éramos niños”, le dice Joel en algún momento de ese recuerdo). Incluso en la manera que interviene Joel en sus recuerdos hace que la película funcione como si fuera la memoria: porque cada recuerdo es intervenido y transformado cada vez que es visitado.
Así, por más que alguien quiera cuestionarle la simpleza a la trama de la película (“Olvidar a una persona es, eventualmente, recordarla y volver a ella”, que podría ir a la inversa de la cita de Proust), es sólo el impulso para explorar los funcionamientos, a veces caprichosos a veces inesperados, de la memoria y del amor. La película asoma que, incluso antes de ser seres de palabras, somos seres de recuerdos (uno de los técnicos le dice a Joel que mejor no narre el recuerdo porque decirlo debilita la impresión que el cerebro tiene de tal recuerdo).
Finalmente, por desoladora que sea la idea de que recordar es olvidar, el humor de la película consiste en evocar cada momento con la angustia y el placer de Joel: que, por más que se intente ir en contra del olvido, siempre está como consuelo el gusanito de la curiosidad que despierta y tensa, de las maneras más inesperadas, los vínculos lanzados hacia los objetos. Con Eterno Resplandor de una Mente Sin Recuerdos provoca olvidarse de los objetos, excusas hechas para aferrarse a la realidad, y perderse en esa biblioteca borrosa de recuerdos que cada objeto segrega, acompañado, además, de alguien conocido a través de esas imágenes diversas que cada persona provoca en la otra.
"Vuelve e inventemos una despedida. Pretendamos que tuvimos una, por lo menos". Semana II.
La química entre ellos, su naturalidad, su franqueza; la música, efímera y nostálgica; cómo las imágenes de lo que pasó cuando se conocieron, se confunden a propósito y tan naturalmente con el recuerdo de aquel día.